Contracción del PIB: economía para dummys.

Por: Diana María Franco, investigadora. @FrancoVascoDM

El Departamento Nacional de Estadística (DANE) reveló que el Producto Interno Bruto (PIB) de Colombia cayó 6.8% en 2020, en relación con el comportamiento de la economía en 2019, convirtiéndose así en la mayor contracción económica de la historia reciente del País. 

Pero ¿qué significa y en qué nos afecta a los ciudadanos de a pie?

El PIB es la medición de todos los bienes y servicios producidos durante un periodo determinado en un país. Es una forma de medir el crecimiento económico mediante su actividad económica y, a través de ella, medir la generación de ingresos. Por lo tanto, la caída del PIB significa que la economía colombiana está en retroceso.

De manera muy general, el PIB está determinado por el consumo de las familias, las inversiones de las empresas, el gasto del gobierno, el saldo de las relaciones comerciales, entre otros. Así, cuando una economía crece, aumentan el número de servicios y bienes que su población puede aprovechar.

Este crecimiento económico, debería reflejarse en el nivel de vida de las personas, es decir, en el acceso a servicios efectivos de salud, educación, infraestructura, empleo, recreación, etc. ¿Qué se necesita para esto? Un gobierno que con los recursos que genera una nación, evidenciados en el comportamiento del PIB, implemente políticas públicas a largo plazo de tal forma que la riqueza se distribuya equitativamente. 

Este tema de la distribución es importante porque el PIB no se traduce automáticamente en bienestar para toda la población, o al menos no, cuando el indicador es positivo. En Colombia el PIB creció en promedio 3.7% anual entre 2010 y 2019, sin que esto significará un incremento en la calidad de vida de los ciudadanos o en una disminución de la brecha de desigualdad. Por el contrario, este crecimiento enriqueció a uno pocos y, según las últimas mediciones del DANE, 18 millones de colombianos siguen bajo la línea de pobreza; de tal manera que, según el Banco Mundial para finales de 2018, Colombia era el cuarto país más desigual del mundo, detrás de Sudáfrica, Haití y Honduras. En otras palabras, puede haber crecimiento económico sin bienestar, pero no habrá bienestar sin crecimiento.

Si una economía crece significa que el país está produciendo, vendiendo y empleando más; de esta manera hay mayores ingresos que generalmente son divididos entre aquellos involucrados en el proceso de producción y, en el Estado, a través del pago de impuestos. Esto en un país eficiente, sin corrupción y con índices menores de desigualdad, significaría mejor calidad de vida. Cosa que no pasa en Colombia.

En cambio, cuando no hay crecimiento o éste es negativo, como el del año 2020 en Colombia, significa que los sectores económicos están produciendo menos, por lo que prescinden de mano de obra (aumenta el desempleo), la inversiones se van, la confianza del consumidor disminuye, el consumo de los hogares baja y el gobierno tiene menos dinero para la ejecución de sus programas; por lo tanto aunque el crecimiento positivo del PIB no afecte directamente al ciudadano de a pie al no verse reflejado en su capacidad adquisitiva y en el mejoramiento de su calidad de vida, el decremento del PIB si lo afecta directamente.  

Entonces, el retroceso económico, evidenciado en la contracción histórica del PIB, si importa y si es preocupante por lo dicho anteriormente, pero con un agravante, la merma del dinero de las arcas públicas, seguramente será, como se ha demostrado históricamente, subsanado con recortes en los presupuestos de programas sociales y con reformas tributarias como la anunciada por el Ministro Carrasquilla.   

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